(Ejemplo de declaración – guión para el proyecto de un programa semanal de televisión con este nombre)
Si fuera presidente, sería muy consciente de las enormes limitaciones que un gobierno nacional tiene en un mundo globalizado, pero a la vez utilizaría la capacidad de acción que aún tenemos para dejar atrás el callejón sin salida en el que el sistema monetario y financiero nos ha metido. Y, por eso, en primer lugar me centraría en tomar decisiones para que la ciudadanía pueda recuperar con motivos la confianza perdida.
El sistema político y económico vigente ha perdido la confianza de la gente, ya no podemos creer en que la democracia parlamentaria es el menos malo de los sistemas o que después del capitalismo no hay nada más que inventar. Por el contrario, la ciudadanía comprende que hay un poder que se escapa de su alcance. Un poder que dirige nuestro destino sin que ninguno lo hayamos votado. Se trata del poder financiero.
Si hay una lección que nos ha dejado esta larga depresión originada en una crisis financiera es que el riesgo financiero es público, pues somos los contribuyentes los que pagamos las equivocaciones de las instituciones financieras. Es preciso dejar de actuar desde la desorientación y el estado de shock, porque la emergencia de salvar a la banca dura ya cuatro años y no es ya una emergencia, sino la mayor transferencia de rentas de las clases medias y bajas a las clases pudientes de la que tenemos noticia en nuestra generación. No es una crisis, es una gran estafa.
Es preciso dejar atrás el miedo a “los mercados”. La amenaza de colapso económico no puede seguir coartando nuestra capacidad de acción ni un año más. Es momento de exigir los derechos que tenemos como usuarios de nuestra moneda, derechos que pertenecen al público puesto que el riesgo financiero es público. Me refiero a la soberanía financiera de la ciudadanía, al derecho a decidir los criterios según los cuales se asigna el crédito. Y el derecho de hacerlo con mecanismos de den un peso importante a la toma de decisiones a través de una democracia directa.
Para superar la gran estafa que estamos sufriendo no basta con denunciar a los estafadores, ni al sistema que han creado y utilizado en contra de las mayorías. Debemos substituir sus ideas, sus valores, sus acciones y su lógica… orientadas a la concentración del poder, al interés privado y al afán de lucro, por otras ideas, valores y acciones orientadas a compartir el poder, al afán por el bien común y al interés general.
No podemos recuperar la confianza mientras no cambiemos los sistemas, las reglas, las leyes… que han permitido la gran estafa que estamos sufriendo. No podemos confiar en los expertos y asesores que la han inspirado, apoyado, promovido o encubierto, ni en las organizaciones políticas, sindicales, sociales, y religiosas que la han sostenido con su acción o su omisión.
Convocamos a la ciudadanía a crear grupos, círculos de transición, en cada bloque, en cada calle, barrio, pueblo… para acordar y emprender un plan de transición con el objetivo de superar un problema concreto, aquel que cada grupo considere más acuciante y sobre el que crea que cada uno puede aportar soluciones concretas: un plan de energía para reducir la dependencia del petróleo y reducir el CO2; un plan de ocupación para compartir el trabajo y la renta; un plan de emprendimiento creando cooperativas que ofrezcan bienes y servicios a la comunidad…
Una parte de estos planes pueden no requerir una gran inversión, pero necesariamente algunos de ellos no tendrán efecto sin el dinero necesario para invertir, para producir, para vender-comprar… Y, aquí, llegamos de nuevo al meollo de la cuestión. No podemos confiar en el sistema financiero. Si la causa del problema es este sistema financiero especulativo, en el que el dinero se crea como crédito con interés, no esperemos que sea ese mismo sistema el que nos aporte la solución. Dejemos de lado la vana esperanza de que vuelva a financiar la economía real, dejemos de subsidiarlo con rescates. Dejémoslo a su suerte y creemos una alternativa que solucione el problema de la falta de dinero para invertir, para contratar, para comprar: creemos un sistema monetario y de crédito diferente y complementario al del Euro. Un sistema de creación de moneda y de crédito que permita activar los recursos humanos y materiales existentes, que ahora están forzosamente ociosos por falta de liquidez y de inversión.
Hay numerosas experiencias y teorías en nuestro país, en Europa y en el mundo, actuales y desde hace décadas, de comunidades que han creado su moneda social, normalmente complementaria a la moneda oficial, cuando esta ha fallado.
Se trata pues, ahora, de lanzar a gran escala una moneda complementaria al euro, pero con unas características especiales, que solo financie la economía real sostenible; es decir, que evite la especulación, la corrupción y la estafa estructural.
El procedimiento es bastante simple, al contrario del complicado sistema financiero actual. Se trata de un sistema de crédito mutuo, en el que se cree el dinero como préstamo, pero sin interés.
- La moneda actual, que nos ha llevado al desastre, no tiene ninguna garantía, ninguna contrapartida (desde hace muchos años ya no se puede convertir en oro) y los gobiernos y los bancos la crean o la retiran a su antojo y beneficio, provocando inflación o deflación, según el momento del
- La nueva moneda tiene como garantía la producción que genera, es decir, el conjunto de los bienes y servicios que permite producir y Se trata de crear tanto dinero como el del valor/precio estimado de los bienes y servicios que genera. Dinero que solo se puede usar para producir y vender estos bienes y servicios y no otros.
- La moneda pasa a ser el espejo contable del valor de las inversiones y de las compraventas, de los bienes (no males) y de los servicios (no explotaciones) que la comunidad considere prioritarios, para cubrir necesidades personales y
- Vista así, la creación de moneda, el crédito, no precisa de ahorro previo, ni de pago ni cobro de La moneda pasa a ser lo que debería haber sido: una herramienta para facilitar la producción y consumo de bienes y servicios, y no una mercancía sobre la que se especula para hacer dinero del dinero, perjudicando a la economía real sostenible.
- Para poner en marcha este sistema monetario activador de la economía real sostenible, y que tenga un efecto reactivador de choque, tomaremos las siguientes medidas:
- La nueva moneda será válida para el pago de algunos impuestos como los impuestos sobre la renta, contribuciones urbanas o cotizaciones a la seguridad
- Todos los autónomos, las pequeñas y medianas empresas que necesiten circulante para pagar nóminas y para pagar a proveedores, deben presentar un breve plan de viabilidad por internet, en el que justifiquen el crédito solicitado, registrando el destino concreto del
- Una vez revisada la viabilidad de las solicitudes presentadas, todos los autónomos, todas las pequeñas y medianas empresas, recibirán una tarjeta inteligente de compra-venta, cargada con las cantidades acordadas en el plan aprobado, que solo podrán ser usadas para la compra-venta de los bienes y servicios
- Los trabajadores (clientes, consumidores y usuarios), que reciban pagos en esa nueva moneda y que acudan a comprar servicios o bienes de estas empresas recibirán también sus tarjetas que les permitirán gastar su renta en las empresas que utilizan esa nueva
- Los parados de larga duración mantendrán las ayudas de 400€ que perciben y recibirán un subsidio adicional de 240 unidades de la nueva moneda al menos durante dos años.
- Otros usuarios que no perciban renta en esta nueva moneda podrán utilizarla igualmente, comprándola con Euros, con un premio del 10% en la nueva
Para la gestión de las solicitudes de crédito sin interés vinculado a proyectos de economía real sostenible, el Gobierno convoca concurso público de licencias y subvención para la creación de empresas para el estudio de viabilidad de proyectos para la concesión de créditos sin interés para inversión o circulante. Se trataría de empresas “cooperativas de gestión de crédito sin interés”, formadas por licenciados en económicas o en empresariales con equipos de contables, de secretariado y de informáticos. La subvención cubrirá el 50% de los costes en € durante 2 años y el resto en nueva moneda. Estas cooperativas no cobrarán intereses por su gestión. Al iniciar el segundo año, aquellas que hayan obtenido un buen resultado en el porcentaje de proyectos con éxito que hayan avalado, podrán continuar su servicio cobrando en nueva moneda a sus clientes, según tarifas públicas. Un alto grado de fracasos de los proyectos avalados, por encima del 70% de la media anual, significará la cancelación de la licencia para continuar operando. El coste de gestión será un coste justificable en el plan de empresa.
La introducción de la nueva moneda en los servicios públicos se hará paulatinamente. Al inicio, los servidores públicos cobrarán en nueva moneda el equivalente a los recortes realizados en los últimos años en la misma proporción en que los contribuyentes vayan haciendo el pago de sus contribuciones en la nueva moneda. A medida que la nueva moneda se extienda, y se empiecen a habilitar mecanismos de convertibilidad con otras monedas que no desvirtúen el sistema (no se contemplará en ningún caso la participación de la nueva moneda en el mercado de divisas, sino mecanismos de cambio automáticos en operaciones de compraventa de bienes y servicios), los servidores públicos podrán ir cobrando mayor parte de su servicios en nueva moneda, sin pérdida de poder adquisitivo.
Las prioridades de inversión y circulante dependerán inicialmente de tres factores:
- La viabilidad técnica y económica del plan de negocio del productor de bienes y servicios. La responsabilidad del estudio de viabilidad corresponde a los profesionales de la cooperativa de gestión.
- La prioridad en financiación a sectores estratégicos. La voluntad de la ciudadanía expresada a través de democracia directa será la que dicte las actividades que es prioritario financiar, en el momento en que se llegue a configurar dicha voluntad. Hasta entonces, se aplicará un planteamiento inicial que dará prioridad a actividades que apuestan por una sostenibilidad integral – económica, social, ambiental y política – es decir, a actividades como: agricultura y alimentación ecológica de proximidad, eficiencia y ahorro energético, alquiler social y cooperativas de uso de viviendas, energías y sistemas de transporte limpios, educación, innovación social, atención a la salud preventiva y medicinas naturales probadas, atención a personas dependientes, rehabilitación, reutilización y reciclaje, tratamiento integral de bosques, software libre, medios de comunicación, editoriales, promotoras culturales; sistemas de participación, de transparencia y sistemas de comercio y de cooperación internacional equilibrados.
- Derecho de veto: Los ciudadanos, a través de la democracia directa, tendrán la capacidad de decidir respecto a qué actividades no se podrán financiar, haciendo uso de su derecho soberano, como usuarios de su moneda, de no colaborar bajo el esquema de división de trabajo que facilita el mercado con actividades que consideren indeseables.
Independientemente de la suerte del euro, una apuesta por una moneda complementaria estrictamente vinculada a la producción y compra de bienes y servicios reales y sostenibles, no puede sino reactivar la economía en aquellos sectores que afectan al bienestar y bienvivir de la inmensa mayoría de la población, objetivo primordial – y lamentablemente olvidado – de la buena política y de la buena economía.
No es este el lugar para extenderme más ni en los entresijos técnicos – invito a los jóvenes economistas e innovadores sociales a trabajar juntos para poner en marcha la propuesta – ni en las potenciales ventajas en otros dominios clave, como el de combatir estructuralmente la corrupción gracias a un régimen de transparencia que la nueva moneda permite, empezando por el sector público.
Tampoco es este el momento de entrar en más detalles sobre la posibilidad de reducir las jornadas laborales trabajadas por todos los ciudadanos (sin merma en sus ingresos), que la aplicación de este sistema puede traer a medio plazo como resultado de la soberanía financiera ciudadana. Todo esto son objetivos imposibles si no logramos liberarnos de la esclavitud de la deuda que el sistema monetario y financiero nos ha impuesto desde hace siglos – a individuos y a pueblos – y que ahora se está convirtiendo en la justificación de un gobierno plutocrático mundial a favor de una exigua minoría que los ciudadanos no tienen ninguna razón para tolerar.
Martí Olivella Solé (Nova – Innovación Social)
Para conocer más la propuesta, “Nada está perdido” Susana Martín Belmonte.