La principal crisis de confianza no es entre los bancos, la principal crisis de confianza es de los gobernantes con los asesores y economistas que durante 30 años les han dicho que no tenían que intervenir, que los mercados se autoregulaban; pero, sobretodo, la principal crisis de confianza es de la ciudadanía con los gobernantes que, por ignorancia o por complicidad, han aplicado políticas que ahora han fracasado rotundamente.

La ciudadanía necesita recuperar la confianza en los representantes políticos, en las instituciones y en las políticas públicas – al servicio del pueblo -.

La caída de Wall Street (la calle del Muro) para el capitalismo real es del mismo alcance que la caída del Berlin Wall (el muro de Berlín) para el socialismo real. Hemos quedado sin referentes de modelos de organización socioeconómica. La crisis es la gran oportunidad para replantear los objetivos de la economía y para experimentar nuevos medios. Hay muchas nuevas ideas surgidas por doquier que hasta ahora han sido despreciadas por los “sabios de este mundo” porque se habían sometido a los intereses de las multinacionales y de la élite de banqueros sin patria y sin escrúpulos y nos habían querido convencer del “fin de las ideologías y de la historia”.

Algunas de estas ideas (ver anexo) para convertir la crisis global en oportunidad y para evitar que vuelva a repetirse, que hay que poner a deliberación pública, parten de estos 3 principios:

  1. La economia real debe estar orientada a conseguir la cobertura universal de las necesidades humanas básicas de todas las personas humanas de cualquier país del mundo, presentes y futuras, y no debe estar solo al servicio de la distribución de dividendos entre los accionistas, ni de sueldos millonarios a los ejecutivos de las grandes multinacionales, ni de las ganancias a corto plazo de los especuladores financieros.
  2. Las finanzas deben estar al servicio de la economía real y no al revés. Canalizan el ahorro en inversión y no deben convertir el ahorro en pura especulación sobre “papeles”, substrayendo recursos a la inversión real. Deben revisarse a fondo todas las regulaciones, instituciones y prácticas que contradigan este principio.
  3. Debemos pasar de la sociedad de la información -con mucha opacidad real – a la sociedad de la transparencia, base de una transformación responsabilizadora. La sociedad de la información ha permitido aumentar la creatividad financiera, por delante de los reguladores, y ha permitido aumentar el control sobre los ciudadanos por parte de los gobiernos, pero ¿porqué no permite esclarecer el volumen del fraude ni las responsabilidades empresariales y políticas en el mismo?. La libertad, sin cobertura real de las necesidades básicas, es tan retòrica como la información sin transparencia.

El sistema financiero és un sistema tan o más vital que el sistema energético o alimentario, que el sistema político, judicial o de comunicaciones. Los sistemas vitales de la sociedad són un bien común que debe ser gestionado como un servicio público: no pueden dejarse en manos de intereses lucrativos privados, pero tampoco en manos de burocracias corruptibles. El dilema no está solo en el peso de lo público o privado, del estado o del mercado. El dilema está entre transparencia responsable o opacidad sospechosa, entre una gestión pública -de los intereses del pueblo en su conjunto, controlada por este – y una gestión privada – de los intereses de los ciudadanos, controlada por estos. Este control de abajo a arriba, esta transformación responsable hoy es posible gracias a la sociedad de la información convertida en sociedad de la transparencia. Cualquier otro camino, servirá para hacer más ricos a los más ricos, aumentar la pobreza y la miseria de las mayorías y reforzar el sometimiento de la democracia a la dinerocracia: dejar el poder real y formal bajo el control de los que tienen más dinero, para que cada vez tengan más poder y más dinero.

La aplicación de estos principios y de estas medidas (ver anexo) permitirán recuperar la confianza. Los podemos resumir en dos:

  • los gobiernos deben ser transparentes con sus ciudadanos
  • los bancos deben ser transparentes con sus clientes.

Como estamos hartos de palabras, de discursos, de encuentros, de conferencias… debemos emprender una transformación responsable, de manera que cada uno – gobiernos, bancos, ciudadanía, organizaciones sociales – asuma su responsabilidad, con su parte de riesgo.

Para empezar proponemos conseguir dos compromisos simples y concretos, como muestra de buena voluntad:

  1. Los gobiernos publicarán diariamente por internet – en una pàgina accesible y comprensible – todas las operaciones de inyección de recursos al sistema financiero, indicando los beneficiarios, las tasas de interés, las condiciones y plazos de devolución. Publicarán igualmente todas las operaciones ya realizadas o en curso en el último año desde el inicio de la crisis (cerca de 3 billones de € entre Europa y EUA). La transparencia prometida por los gobiernos no solo debe realizarse en el Parlamento y entre los grandes partidos, sino para todos los contribuyentes.
  2. Los gobiernos y los bancos publicaran por internet los ingresos que reciben anualmente de los intereses de la deuda externa de los países del Sur y los ingresos acumulados en los últimos 20 años. (Actualmente el pago anual de estos intereses es 8 veces superior a la suma dedicada por el Norte en concepto de cooperación al desarrollo con el Sur y se convierte en una ilegítima losa para que los pueblos así empobrecidos puedan cubrir sus necesidades básicas).

Estos dos compromisos de transparencia con la ciudadanía deben realizarse antes del 30 de marzo de 2009. En el caso de que no se lleven a cabo, nos comprometemos, e invitamos a toda la ciudadanía activa a hacer lo mismo, a:

  1. Declararnos objetores fiscales y deducir el 5% de la renta para dedicarlo a campañas cívicas a favor de la transparencia y de la rendición de cuentas públicas, a favor de la aplicación de los Objetivos del Milenio…
  2. Retirar nuestros depósitos de aquellos bancos y cajas, que antes de esta fecha no hayan publicado los ingressos provenientes del cobro de intereses de la deuda externa, e ingresarlos en aquellas entidades con compromisos de gestión ética de los recursos.

Esta crisis global – financiera, alimentaria, hipotecaria, climática, económica, política… – es el resultado de nuestra falta de responsabilidad como gobernantes y como votantes, como empresarios y como consumidores, como banqueros y como mini-especuladores…

Este sistema se muestra estructuralmente insostenible en lo social, en lo económico, en lo medioambiental, en lo financiero, en lo político..  pero ha crecido y ha estallado con la colaboración o pasividad de gran parte de la ciudadanía. Ningún gobierno y ningún sistema se aguanta sin la cooperación de sus ciudadanos.

Entiendemos que necesitamos una transformación no traumática, pero necesitamos una profunda transformación responsable sin la cual no podemos recuperar la confianza.

Creemos que nuestro compromiso es no cooperar con la opacidad, con la corrupción, con la concentración de riqueza y de poder en manos de una élite mundial que todo lo compra y todo lo vende, no cooperar con todo lo éticamente inaceptable de este mundo estructuralmente injusto.

Sin transparencia, no podemos cooperar.

Ciudadanía activa (colectivo abierto a las personas que quieren implicarse)

Para apoyar el compromiso dirigirse a transformacio@gmail.com

o muy pronto a www.transparents.org

Barcelona, 27 de octubre de 2008

 

Anexo

Algunas medidas para concretar estos principios serían:

  1. La sociedad de la transparencia debe empezar por el sector público – que administra los recursos del pueblo –. Todos los presupuestos y su ejecución deben ser asequibles por internet por cualquiera de los ciudadanos que contribuye a los mismos. Hay que empezar con la total transparencia de las inyecciones de liquidez a los bancos. Todos debemos saber qué se hace con nuestro dinero: a quién beneficia, a que tipo de interés y cuando se devuelve. Y hoy esto es técnicamente posible y socialmente imprescindible para recuperar la confianza.
  2. Para recuperar la confianza necesitamos saber que los gobernantes representan los intereses del pueblo y no de oligarquías que, por diversos medios, condicionan los gobiernos, los parlamentos y los sistemas judiciales. Hay que terminar con la financiación anónima de los partidos y de las campañas electorales, pero también con los fondos de los grandes lobbies o con créditos de los bancos que condicionan las políticas públicas. También hay que terminar con cualquier sospecha de corrupción: todas las administraciones públicas, todos los cargos electos y de confianza, todos los funcionarios públicos y todas las empresas y organizaciones que tengan contratos o subvenciones públicas deben acogerse a un régimen de transparencia en que se considerará un delito usar dinero efectivo (dinero negro) y solo podran usar dinero personalizado (tarjetas, transferencias, cheques nominativos).
  3. Para reducir el fraude fiscal, los tráficos ilegales de personas, de droga, de armas, la evasión de divisas.. la compra de información privilegiada, de publicaciones tendenciosas, de voluntades… hay que empezar a suprimir los billetes de banco de 500 €, que favorecen la impunidad de estos actos ilegales. Esta medida será mejor comprendida si previamente se aplica el régimen de transparencia de forma contundente en el sector público. (punto 2)
  4. Con un sistema monetario personalizado (para que la justicia pueda documentar sus sentencias) e informativo (para que la sociedad, el estado, los mercados puedan conocer los datos actualizados de la economía), avanzaremos hacia una sociedad con una libertad responsabilizada y con una socialización del conocimiento, – más importante que socializar las empresas – necesarios para prevenir y gestionar los ciclos económicos con un conocimiento de causa protegido de las manipulaciones interesadas.
  5. Debemos reducir la cultura del endeudamiento y apostar por la cultura del ahorro y la autoinversión. Distinguir entre préstamos (con base de ahorro colocado a plazo) y créditos (con base de una reserva de los depósitos en cuenta corriente). Los préstamos son el negocio normal de los bancos; los créditos – creación monetaria – pueden gestionarlos los bancos, pero deben crearse en función de la necesidades de la economía real. Y para ello necesitamos disponer de un sistema monetario informativo, que permita saber qué volumen de dinero es necesario en relación a las necesidades de la producción, la inversión y el consumo. En cualquier caso se debe aumentar drásticamente el porcentaje de reserva del 8% de los depósitos, acordada en Basilea II y hacerlo cumplir. Porcentaje claramente inferior en la mayoría de los bancos que han sucumbido, con la pasividad – complicidad de los bancos centrales y de las autoridades monetarias.
  6. Las bolsas, los mercados de valores, deben captar inversores y no especuladores. Hay que reformar su funcionamiento para que no sean un simple casino. Hay que pasar del mercado continuo, que provoca oscilaciones especulativas, a la cotización de cada valor una vez por plaza y día.
  7. Con estas primeras medidas ponemos unas bases sólidas para afrontar otros excesos hasta ahora considerados “normales”: Supresión de los paraísos fiscales y consideración de delito de cualquier ubicación o transacción en o con ellos; Revisión y condonación de la deuda externa, instrumento de ilegítimo sometimiento de gran parte de la población mundial por compromisos que no la ha beneficiado y que la está convirtiendo a un estado de servidumbre. (el Sur paga al norte en concepto de intereses cada año 8 veces más que lo que Norte aporta al Sur en concepto de ayuda al desarrollo); Aplicación de una tasa tipo Tobin sobre las transacciones financieras y de un Impuesto Global sobre transacciones de Divisas que reduzcan la codicia especuladora y que doten de recursos los fondos para reducir la pobresa.
  8. La otra cara de esta subordinación de la sociedad y de la política a los intereses de las altas finanzas, de las grandes multinacionales y de los super sueldos de sus respectivos ejecutivos, es la incapacidad de los gobiernos en cumplir con los Objetivos del Milenio para el 2015 (erradicar la pobreza extrema y el hambre, educación universal, igualdad entre géneros, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el SIDA, sostenibilidad ambiental y alianza mundial) que acordaron todos los países en NNUU. Con solo 20.000 M de $ se cumplirían los objetivos previstos para 2010. Los casi 3 billones de $ que los gobiernos están aportando a los bancos para cubrir sus delictivas irresponsabilidades, representan 150 veces más de dinero que los que permitirían resolver la crisis global de las necesidades básicas no cubiertas de millones de personas (sin considerar las ayudas públicas a los sectores agrícolas en países industrializados de más de 376.000 millones de dólares y los gastos en armamento de 1,2 billones de dólares anuales).
  9. Una alternativa mejor que salvar directamente a los bancos, sería salvar a los ciudadanos. Las mismas cantidades aportadas por los estados o los bancos centrales si fuesen distribuidas a los ciudadanos en forma de renta básica, acabarían con el hambre y la miseria, dinamizarían la economía real, permitirían pagar las deudas y las hipotecas y evitarían la peligrosa acumulación en manos de los que ya han acumulado.
  10. En definitiva, la crisis potencialmente empezó con los acuerdos de Breton Woods en que los Estados Unidos sometieron a sus intereses las nuevas reglas e instituciones financieras internacionales, gracias a la hegemonía que había adquirido con la Segunda Guerra y la debilidad y endeudamiento del Reino Unido y de las otras potencias vencedoras. Estados Unidos de nuevo reforzó las bases de la crisis actual en los años 70 con su ruptura unilateral de los acuerdos de Breton Woods que convirtió al dólar libre del oro, en el arma más potente de dominio económico financiero y político. Lo que quedaba de Breton Woods y del Consenso de Washington han muerto por su incapacidad de crear un sistema internacional equilibrado al servicio de la cobertura de las necesidades humanas básicas. Hay que crear un nuevo acuerdo internacional, en el marco de Naciones Unidas que asegure la democratización de las instituciones financieras, comerciales y políticas internacionales. En un mundo globalizado han quedado obsoletas las instituciones y reglas creadas para salir de las crisis del siglo XIX que llevaron al fascismo y a la guerra total.