Los habitantes de Bil’in, una pequeña localidad cisjordana a unos 25 kilómetros de Rammallah tratan de cambiar la historia de uno de los conflictos más enquistados del planeta

No cejan en su intento de demostrarle al mundo que el ejercicio de la resistencia en Palestina no pasa, necesariamente, por el uso de las armas

19.04.2010 · Alberto Arce

 

León Felipe escribió hace décadas “Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto…”

Si ejemplos de movimientos tan exitosos como los de las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, las mujeres de Negro de Belgrado, el reverendo Martin Luther King en Estados Unidos o el propio Mahatma Ghandi en la India tardaron años en convencer a quienes les rodeaban de que la opción de la noviolencia era válida como instrumento de resistencia, no resulta difícil comprender lo complejo de la alternativa propuesta.

Y si pese a la persistente defensa de su opción pacífica -o quizás precisamente por defenderla- algunos de los líderes noviolentos más significativos de la historia murieron asesinados, la historia del Ghandi palestino no tiene por qué ser diferente en cuanto a lo lento y complejo, pero firme, de su evolución en el tiempo.

Al examinar el alto precio en vidas humanas que casi siempre pagan quienes desarrollan modelos de resistencia civil noviolenta en medio de un contextos extremadamente violentos descubrimos que son quienes ponen las pistolas encima de la mesa los que acostumbran a tener la última palabra.

 

La 5º Conferencia Internacional sobre resistencia popular Palestina.

Los habitantes de Bil’in, una pequeña localidad cisjordana a unos 25 kilómetros de Rammallah, son conscientes de todo lo anterior y tratan de cambiar la historia de uno de los conflictos más enquistados del planeta. No cejan en su intento de demostrarle al mundo que el ejercicio de la resistencia en Palestina no pasa, necesariamente, por el uso de las armas.

A partir del 21 de Abril, y para conmemorar que se cumplen cinco años del comienzo de la que ya se ha convertido en la cita más inexcusable de los viernes palestinos -la manifestación contra el Muro de Bil´in- se celebra, por quinto año consecutivo, la “Conferencia Internacional sobre resistencia popular Palestina”

Su objetivo: debatir y aprender, para mostrarle al mundo,  técnicas de resistencia contra la ocupación alejadas de la estrategia de los cohetes y los cinturones de explosivos que tanto daño le han hecho, no sólo a civiles israelíes inocentes sino a la propia legitimidad de la causa que los palestinos defienden. Contribuyendo a presentarla en el exterior como una lucha entre el terrorismo y la democracia y no como la lucha de un pueblo contra una ocupación militar extranjera.

Pero la relación de Bil’in, el auténtico Ghandi palestino, con la noviolencia es además especialmente creativa ya que se trata de un Ghandi colectivo y multinacional. Y es precisamente en esta cualidad donde radican no sólo su novedad, sino la capacidad de atracción que ha generado sobre los propios palestinos así como sobre israelíes e internacionales que han respondido, sumándose a la misma, siguiendo el ejemplo de lo que el escritor israelí Michal Warsavsky definió en planteamientos políticos que parecen casi de ciencia-ficción como “el triángulo de la resistencia”.

Alguna idea interesante deben estar germinando los habitantes de Bil’in, más allá del ejemplo de movilización conjunta entre palestinos e israelíes contra la construcción del muro, constante desde el primer día, cuando la gran novedad de esta Conferencia sobre resistencia popular será que, por primera vez en años, representantes de todas las fuerzas políticas palestinas compartan mesa de debate en público. Sí, Nabil Shaath, miembro del Comité Central de Al Fatah y Mahmoud Ramahi, Secretario General del Parlamento palestino y miembro de Hamas, debatirán en Bil’in, junto al Mustafá Barghouti, presidente de Al Mubadara y ex-Ministro Portavoz del fugaz gobierno de unidad nacional palestino en 2006 y los más marginales Frentes Democrático y Popular, ante cientos de participantes internacionales y los medios de comunicación.

El título de la mesa que compartirán sobre la “defensa de una estrategia noviolenta como instrumento de liberación” no puede más que interpretarse como un paso hacia la tan ansiada reconciliación nacional.

 

La historia de Bil’in

La historia de este pequeño Comité de Resistencia Popular comenzó, en abril de 2005, como una protesta más contra la expansión de la colonia israelí de Modi’in Illit, que en su “crecimiento natural” -como acostumbran a denominar los líderes israelíes a la expansión de los asentamientos- necesitaba de una valla que la “protegiese” de las localidades palestinas cercanas. Dicha valla de seguridad confiscaba de facto -vista desde el palestino- el 60% de las tierras de cultivo de una localidad eminentemente agrícola.

Por un lado, en su vertiente legal, los habitantes de Bil´in recurrieron el trazado ante la justicia israelí, consiguiendo una victoria que el tiempo ha demostrado más moral que práctica. El 7 de septiembre de 2007, la Corte Suprema israelí  le ordenó al gobierno que modificase la ruta de construcción del Muro en Bil´in ya que era “altamente perjudicial” para sus habitantes. La juez Dorit Beinish declaró “No estamos convencidos de que construir el Muro en Bil´in responda a motivos militares o de seguridad”. Michael Sfarad, el abogado israelí que les representa, aún reclama que el ejército aplique la decisión judicial.

Por otro lado, comenzaron a convocar manifestaciones semanales, las manifestaciones de los viernes. “Los primeros días, los habitantes de Bil´in se manifestaban solos. Docenas de personas resultaban heridas y detenidas” cuenta Shai Carmel Pollack, realizador israelí, activista contra el Muro y director de “Bil’in, mi amor” un documental que recoge la historia de este pueblo. “Entonces comenzamos a sumarnos con los internacionales, para tratar de disminuir el nivel de violencia suponiendo que las órdenes que el ejército tenía para reprimir a los palestinos cambiarían cuando supiesen que había israelíes junto a ellos.”

Entonces surgió, como en tantos otros lugares, la movilización, que comenzó a replicarse a lo largo de toda Cisjordania. El ejemplo de la pequeña aldea de Budrus, siguiendo el mismo modelo, puede conocerse a través de un documental que gira por todo el mundo.

 

No han conseguido que la violencia disminuya.

Shai Pollack, junto a sus amigos israelíes y extranjeros se equivocaba. El nivel de violencia no disminuyó sino que, por el contrario, aumentó. El 13 de marzo de 2009, el ejército israelí disparó una bomba de gas lacrimógeno que impactó directamente sobre el ojo derecho de Tristan Anderson, un activista norteamericano del International Solidarity Movement (ISM) que se encuentra en coma desde entonces. El 17 de abril de 2009, Bassem Abu Rahme murió frente a las cámaras. Se manifestaba, como siempre, sin el más mínimo atisbo de violencia. Es el manifestante número 18 asesinado en manifestaciones no violentas contra el Muro.

Mohammad Al Khatib y Abdallah Abu Rahme, los líderes del Comité Popular han sido detenidos en diferentes ocasiones a través de tan bien documentadas como oscuras incursiones nocturnas en el pueblo o acusaciones surrealistas. Abdallah fue arrestado acusado de posesión de armamento cuando es internacionalmente reconocido su rechazo de la violencia. La prueba utilizada contra él, las carcasas de gas, israelíes y vacías, con las que realizaban sus esculturas pacifistas.

Desde 2005 Bil’in ha convocado a la prensa internacional para mostrarle al mundo sus plantaciones de olivos frente al muro, una recreación de la película Avatar en la que son los habitantes del pueblo los colonizados, su particular recreación del anuncio de McCann-Eriksson en el que soldados israelíes juegan al fútbol frente al muro, una navidad con Santa Claus bajo el gas lacrimógeno, esculturas pacifistas construidas con el armamento que les reprime, o una recreación del Muro de Berlín en el 20 aniversario de su caída.

ActiveStills, un colectivo de fotógrafos, en su mayor parte israelíes, ha documentado todas y cada una de las acciones con particular detenimiento desde el primer día. En Internet pueden verse miles de sus fotografías.

Han conseguido, sobre todo, generar impacto mediático. A través de su creatividad y su pacifismo, así como de la constante presencia de israelíes y extranjeros que les apoyan con cámaras, incluso se convierten en icono. Regalándole al mundo una imagen poco conocida, pero real, de lo que sucede sobre el terreno a través de un lenguaje y una simbología comprensibles y fáciles de emitir por los medios de comunicación occidentales. Los mismos que cuando un palestino muere o es detenido no pueden o no quieren cubrir la noticia, convertida en estadística, pero cuando se trata de una extranjera, vease el reciente caso de Ariadna Jové, detenida y encarcelada por el ejército se vuelcan en la noticia.

Bil’in ha recibido recientemente visitas de destacadas personalidades internacionales. La escritora canadiense Naomi Klein, el grupo “The Elders”, creado por Nelson Mandela y en el que participan, entre otros, Jimmy Carter, Desmond Tutú, Fernando Henrique Cardoso o Richard Branson o una delegación del Parlamento Europeo que recibió exactamente el mismo trato que los habitantes palestinos de la localidad.

Cuando la última semana de Abril esté celebrándose su 5º Conferencia sobre la Resistencia popular noviolenta, quizás puedan darle al mundo otra noticia: que han contribuido a que las facciones palestinas alcancen un acuerdo por la unidad nacional y además, acepten resistir contra la ocupación israelí a través de medios exclusivamente noviolentos.

Sería su sueño, el sueño del “Ghandi  colectivo palestino-israelí”. Y el de muchas personas que les miran desde el exterior y piensan que, como escribió Leon Felipe “si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos categoría que el estiércol; si no es ahora … ¿cuándo se pierde el juicio?”